Por Antonio Cornadó
Tuve un profesor en la carrera que nos enseñó a entender y amar el cine desde la Retórica de Aristóteles. Como el filósofo griego, sostenía que para que una película sea considerada una obra maestra debe ser excelente en todos los aspectos, pero basta que uno de ellos flojee para que el conjunto decaiga.
He recordado esta idea al ver el enorme bofetón que Will Smith propinó en la cara de Chris Rock y en su propia reputación. El invitado estrella El Hormiguero, el héroe de tantas películas, nuestro príncipe del Bell Air ha defraudado a millones de personas por un arranque de ira que ha dado al traste con su imagen y con buena parte del prestigio logrado por su carrera de actor.
En este mundo hay otros ejemplos similares: Woody Allen, Michael Jackson y más cerca de nosotros Melendi o Plácido Domingo han sufrido -o provocado- crisis reputacionales parecidas. También las empresas las padecen: Médicos Sin Fronteras, Nestlé, Ubisoft, Nike o Facebook son algunos ejemplos. ¿Qué hacer? ¿Existe alguna estrategia que permita evadirse o sortear una situación así?
Yo creo que no, y mi consejo es desconfiar de quien se presente como un mago capaz de hacer desaparecer la culpa, la crítica o la vergüenza. Nada en esta situación puede camuflar la realidad de una conducta inapropiada o delictiva.
No obstante, la comunicación proporciona algunos criterios para intentar recuperar parte de la reputación perdida.
- El primero es ser paciente, realista y aceptar que este proceso será largo y doloroso.
- El segundo es comenzar el camino con un primer paso: pedir perdón y asumir la culpa.
- El tercero es no precipitarse: trazar un plan y medir bien los tiempos.
- El cuarto, preparar a conciencia la vuelta a la esfera pública, es decir, cómo será la nueva primera vez. Eso marcará el resto del camino de regreso a la reputación. La entrevista del príncipe Andrés de Inglaterra en la BBC sobre el caso Epstein es el ejemplo perfecto de lo que NO hay que hacer.
- La quinta es actuar con coherencia y reparar.
Tomar la iniciativa para restituir el daño causado de la forma más adecuada es una manera de demostrar, desde el corazón y con hechos, que merecemos el perdón. La vida nos da siempre una segunda oportunidad, pero hay que estar dispuesto a buscarla y aprovecharla.
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Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés