Por Antonio Cornadó

65. LIDERES Y LIDERAZGOS

Estas semanas estamos leyendo mucho sobre liderazgo. Las elecciones presidenciales en Francia, las consecuencias políticas de la invasión de Ucrania y -en lo doméstico- el congreso del Partido Popular han sido una buena excusa para escribir sobre qué es un líder, cómo se forma y cuáles son las virtudes que debe tener para ser efectivo. No hay reglas fijas y, dentro de su diversidad, cada estilo sirve al propósito que busca: no solo provocar una cierta mirada de atenta curiosidad, sino ser referente y guía. En definitiva, ser líder supone asumir la responsabilidad de influir frente a otros generando confianza.

Los quioscos de las estaciones de trasporte público son para mí un lugar de exploración y búsqueda. Hace algunos años, en una de estas expediciones bibliográficas hallé -entre novelas de bolsillo, éxitos de otro tiempo, relatos románticos y libros de autoayuda- un pequeño tesoro que guardo y repaso con frecuencia.

La Paradoja, que así se titula, pone frene al lector la aparente contradicción que afirma que el mejor líder es aquel que mejor sirve al objetivo común, el que más y mejor vocación de servicio muestra, y el que pone el interés general sobre el propio. Aplicado al mundo de la empresa podríamos decir que ser líder no siempre es ser el jefe; liderar no solo es mandar y que liderar no solo es gestionar.

Por el contrario, un líder escucha antes de afirmar, pregunta antes de ordenar, asume su responsabilidad antes de culpabilizar, motiva antes de criticar, buscar potenciar las fortalezas antes de hurgar en las debilidades, da confianza en lugar de sembrar la duda, capacita y entrena en lugar de dirigir y mandar. En definitiva, hace crecer a su equipo para que el resultado final sea el mejor para todos.

En este contexto la comunicación es un buen instrumento para construir el puente de credibilidad que conecta a un líder y con los demás a través de un relato claro, ordenado, oportuno y veraz.

Hay algo en los lideres que trasmite esa empatía y esa verdad. Esto los hace atractivos y confiables. El caso de Juan Roig en Mercadona quizás sea el más llamativo. En política me quedo con la forma real, austera y efectiva de liderazgo de la canciller Merkel. Un ejemplo paradójico de que, en definitiva, mandar es servir.

Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés