Por Antonio Cornadó
Hay que reconocer que Iván Redondo, el jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, ha conseguido un tipo de relevancia acorde a su poder. El nivel de protagonismo y la leyenda forjada sobre su gestión y su valía van más allá de la mera opinión. Dentro de nuestra profesión el debate sobre el papel de los asesores está abierto… y quiero compartirlo en esta columna.
Hay tres puntos en la discusión sobre este asunto.
- El primero tiene que ver con el papel de la comunicación en la toma de decisiones. Hoy, la transparencia que ofrece internet ayuda y a la vez hace más vulnerables a las marcas, que necesitan de especialistas que orienten sus decisiones en el escaparate de la opinión pública. Un riesgo y una oportunidad al mismo tiempo que hay que saber gestionar de manera profesional.
- La segunda está relacionada con la profesionalidad. Cada vez es más frecuente que asesores de comunicación asuman el rol de jefes de gabinete, como Iván Redondo. Esto da idea de la importancia que los políticos y los directivos dan al prisma comunicativo en la gestión de instituciones y empresas. El conflicto surge cuando las decisiones se miden en términos de imagen, encuestas, votos y likes. Dirigir no equivale gustar y un plan de negocio no es una campaña electoral.
- La tercera cuestión tiene que ver con la propia actividad. Siempre he pensado que la anticipación es la clave del asesoramiento. De lo que se trata no es de tirarnos con nuestro jefe por el barranco, sino en evitar que se caiga. Nuestra labor está en prevenir y nuestro valor en ser estratégicos. Se trata de construir más que reparar: nuestro trabajo se parece más a un proyecto que a una labor de bricolaje.
Tirarse por un barranco puede ser heroico y solidario, pero acaba por no salvar a nadie. Para esa parte vistosa están las series de ficción, para todo lo demás, la profesionalidad es una buena recomendación.
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Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés en junio de 2021.