Por Antonio Cornadó
Una colega de profesión me explicaba hace poco su visión de la comunicación empresarial en el formato autonómico: “en el norte sois más de hacer que de decir”.
Posiblemente tiene razón. Si espigamos los nombres de las compañías de nuestra tierra que más facturan, con más empleados o con más beneficios, veremos que pocas son conocidas y en casi ninguna seríamos capaces de poner nombre y rostro a su primer ejecutivo.
¿Es un defecto? Yo creo que es nuestra forma de ser. Por aquí está muy arraigada la creencia de que hay que hacer las cosas bien y las cosas bien hechas hablarán por nosotros. En el mundo de la gestión a eso le llamamos reputación, una forma prestigiosa de estar en el ecosistema empresarial. La reputación no se consigue, se merece repetía mi maestro Alfonso Nieto en sus clases de empresa informativa.
Han pasado varias décadas desde entonces, pero algunos de los principios que el profesor Nieto predicaba a sus alumnos siguen siendo una guía para los profesionales de la comunicación empresarial. Hoy me gustaría repasar cuatro:
- El silencio no es rentable. Hacer las cosas bien es la premisa; darlas a conocer es una parte de la gestión empresarial de la compañía.
- En una empresa todo comunica. La coherencia en todos los niveles de la organización y en las personas que la integran son elementos clave para construir su imagen.
- La actuación de una empresa muestra su identidad. Ser previsible, equilibrado, mostrar un ADN propio, refuerzan la imagen de una marca. Durante la pandemia hemos visto ejemplos magníficos de empresas comprometidas con la sociedad y con sus empleados.
- La perseverancia es un valor que cierra este círculo virtuoso de consejos. Ser consistente, mantener la coherencia, lleva sucesivamente de la identificación a la diferenciación y de ahí a la preferencia del público. Y ese es el comienzo del camino hacia la Buena Reputación.
—
Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés en junio de 2021.