Por Antonio Cornadó
Estaba en la digestión de los resultados en Madrid, cuando recibo un correo desde Nueva Delhi de mi buen amigo Javier Castro Guinea, del que ya he escrito con admiración en alguna otra ocasión. Es profesor de español allí y me va relatando la evolución de la situación sanitaria en el colegio internacional donde trabaja. Cifras aparte, de sus comentarios me he fijado en tres aspectos relacionados con la comunicación: la transparencia en la manera de comunicar del centro, la confianza de los profesores, alumnos y familias y su alineamiento con la política de la dirección. Y el liderazgo del director del colegio que lo ejerce de una forma amable, firme y responsable.
El liderazgo es un tema recurrente en las escuelas de negocios, pero no hay como tener una situación complicada para comprobar el material del que están hechos quienes toman las decisiones. Lo vimos durante la primera ola de la pandemia y lo acabamos de ver en las recientes elecciones de Madrid.
Fuera de los aspectos políticos, quiero fijarme en los que tienen que ver con la comunicación y su influencia en la percepción de los ciudadanos sobre sus candidatos. Dos mujeres han salido reforzadas de estas elecciones y en cada campaña podemos adivinar rasgos de un liderazgo verdadero: convicción, compromiso, empatía, cercanía, claridad, sencillez. En resumen, identificación entre discurso y acción.
¿Podemos hablar de un tipo de liderazgo femenino? Tal vez. Sería una buena noticia. El ejemplo de Madrid permite detectar, no obstante, el tipo de liderazgo que no funciona: el artificial, arrogante, táctico, contradictorio. El que surge de un brainstorming marketiniano y no de unas convicciones o un proyecto.
La fórmula del director del colegio de Delhi: transparencia, compromiso, coherencia, es una recomendación para imitar.
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Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés en mayo de 2021.