Por Antonio Cornadó
Si algo estamos aprendiendo de esta crisis global a la que nos enfrentamos es el valor de la buena información, fiable y contrastada. Si el liderazgo es importante en una situación de crisis, no lo es menos el trabajo de los medios de comunicación que nos hacen llegar la verdad de las cosas. Además de hospitales de campaña, estos días también se levantan “redacciones de campaña” donde los profesionales se afanan por cumplir con su responsabilidad: contar la realidad. Y en este empeño los medios de comunicación, singularmente los locales y regionales, están siendo un excelente remedio para tener cercanía, lograr confianza y buscar esperanza.
No son tiempos de urgencias sino de certidumbres. Además de Covid 19 estamos viviendo otra pandemia de bulos y noticias falsas que inundan las redes sociales. Es el problema de las fuentes de información no contrastadas y también de la prisa. Y este ecosistema es terreno abonado para la multiplicación de mentiras que son aceptadas como verdades y difundidas como tales. Las redes sociales son el vehículo perfecto para la difusión de falsedades que son tomadas como ciertas.
Los directores de comunicación de los organismos públicos se afanan en buscar la manera más eficaz de llegar a la opinión pública. Se multiplican las ruedas de prensa y las comparecencias. Hay más notas y comunicados que nunca, pero, al mismo tiempo, asistimos a una intoxicación de noticias falsas que inundan las redes sociales. ¿Por qué ocurre esto? Mi colega Luis Serrano atina en la respuesta: la mayoría de la población, especialmente la más joven, tiene como primera fuente de información lo que sus allegados les transmiten directamente por WhatsApp.
Esta aplicación se ha revelado como el primer foco del fuego de la desinformación, ya que es el más usado en nuestro circulo amistad o de familia; un lugar donde confiamos y somos “creíbles” como fuente informativa. De ahí pasa a otras redes más “maduras” (Facebook o Twitter normalmente) y finalmente es recogido por algún medio digital que lo multiplica y viraliza al publicarlo. El circulo se cierra cuando otros usuarios de redes sociales envían el enlace de la noticia falsa a su red de contactos en una espiral de mentiras inmediatas, globales y sin filtros.
El buen periodismo no se basa en la prisa sino en la calidad. Generar contenidos de calidad significa generar información de valor para el lector. Y ese incremento de valor lleva aparejada mayor credibilidad. Lo que pide una situación como la actual, tan extraordinaria como volátil, son medios y periodistas sensatos, ecuánimes y con una enorme vocación. Se necesita contexto, perspectiva, rigor e informaciones contrastadas que ayuden al lector a formarse su propia visión de la realidad. Cercanía, empatía y servicio público son las prioridades de la profesión ahora.
El incremento de la confianza en los medios significa también el reconocimiento del periodismo y de unos profesionales que desempeñan de forma heroica su labor -no lo olvidemos- y que son una garantía de nuestra independencia y una fuente de libertad.
Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés el 5 de abril de 2020.