Por Antonio Cornadó

90. PENA DE TELEDIARIOUn par de entrevistas recientes con Rodrigo Rato y Sandro Rosell han inspirado este artículo. Las imágenes de políticos, empresarios o personajes públicos sentados en el banquillo o entrando en un juzgado son, desde hace unos años, parte de la rutina mediática. Todos ellos ven su imagen y su intimidad expuesta al foco, en ocasiones durante demasiado tiempo y sin mucho control.

El tiempo es un factor decisivo en este tipo de asuntos y la justicia no es precisamente diligente. Numerosas son las sentencias condenatorias, pero también las absolutorias o los sobreseimientos que – desgraciadamente- no acostumbran a ocupar el mismo espacio ni tienen la misma repercusión en páginas de diarios e informativos: es menos noticia una absolución que una condena.

La débil restauración de la imagen personal y el retraso de los procedimientos son dos cuestiones que lamentan muchos de los finalmente exculpados. ¿Existe un equilibrio entre la cobertura de las investigaciones y de los archivos? Para los afectados la respuesta es claramente «no»; aunque sea comprensible en muchas ocasiones el desequilibrio es muy llamativo.

Desde hace algunos años es frecuente que en las consultoras y en los despachos de abogados exista un potente departamento de comunicación que se ocupa, entre otras cosas, de este tipo de asuntos, es decir, de cómo gestionar la crisis y como mantener o recuperar la reputación perdida por la “pena de telediario”.

Hay estrategias comunes que coinciden en todos estos casos. Las resumo en cinco ideas:

  1. Intentar ser preventivo, es decir, establecer un mapa de riesgos realista que anticipe la información y ayude en la argumentación.
  2. Ser reactivo, las declaraciones de parte en el fragor del juicio no ayudan a la causa. El locuaz abogado de los acusados de la Manada de Pamplona ejemplifica esto.
  3. No obstante, si decides hablar hay que estar muy seguro de que lo que digas sea incontestable
  4. No entrar en las provocaciones o el juego de las acusaciones gratuitas de tertulianos, colaboradores y demás…. Es mejor esperar a que escampe la tormenta.
  5. Acertar en lo que se dice y el medio elegido. Hay dos casos mediáticos de como un asesoramiento erróneo arruina una estrategia de comunicación. El comunicado de Placido Domingo sobre las acusaciones de abusos -y su posterior silencio- y la asombrosa entrevista del príncipe Andrés a la BBC por el caso Epstein, seguro que los recuerdan.

Tener un plan a corto es bueno. Diseñar una estrategia de visibilidad no está mal. Pero el objetivo es la restauración de la reputación y eso nunca es ni rápido ni fácil.

Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés