Por Antonio Cornadó
Un par de entrevistas recientes con Rodrigo Rato y Sandro Rosell han inspirado este artículo. Las imágenes de políticos, empresarios o personajes públicos sentados en el banquillo o entrando en un juzgado son, desde hace unos años, parte de la rutina mediática. Todos ellos ven su imagen y su intimidad expuesta al foco, en ocasiones durante demasiado tiempo y sin mucho control.
El tiempo es un factor decisivo en este tipo de asuntos y la justicia no es precisamente diligente. Numerosas son las sentencias condenatorias, pero también las absolutorias o los sobreseimientos que – desgraciadamente- no acostumbran a ocupar el mismo espacio ni tienen la misma repercusión en páginas de diarios e informativos: es menos noticia una absolución que una condena.
La débil restauración de la imagen personal y el retraso de los procedimientos son dos cuestiones que lamentan muchos de los finalmente exculpados. ¿Existe un equilibrio entre la cobertura de las investigaciones y de los archivos? Para los afectados la respuesta es claramente «no»; aunque sea comprensible en muchas ocasiones el desequilibrio es muy llamativo.
Desde hace algunos años es frecuente que en las consultoras y en los despachos de abogados exista un potente departamento de comunicación que se ocupa, entre otras cosas, de este tipo de asuntos, es decir, de cómo gestionar la crisis y como mantener o recuperar la reputación perdida por la “pena de telediario”.
Hay estrategias comunes que coinciden en todos estos casos. Las resumo en cinco ideas:
- Intentar ser preventivo, es decir, establecer un mapa de riesgos realista que anticipe la información y ayude en la argumentación.
- Ser reactivo, las declaraciones de parte en el fragor del juicio no ayudan a la causa. El locuaz abogado de los acusados de la Manada de Pamplona ejemplifica esto.
- No obstante, si decides hablar hay que estar muy seguro de que lo que digas sea incontestable
- No entrar en las provocaciones o el juego de las acusaciones gratuitas de tertulianos, colaboradores y demás…. Es mejor esperar a que escampe la tormenta.
- Acertar en lo que se dice y el medio elegido. Hay dos casos mediáticos de como un asesoramiento erróneo arruina una estrategia de comunicación. El comunicado de Placido Domingo sobre las acusaciones de abusos -y su posterior silencio- y la asombrosa entrevista del príncipe Andrés a la BBC por el caso Epstein, seguro que los recuerdan.
Tener un plan a corto es bueno. Diseñar una estrategia de visibilidad no está mal. Pero el objetivo es la restauración de la reputación y eso nunca es ni rápido ni fácil.
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Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés