Por Antonio Cornadó

88. UNA CUESTION DE PROTOCOLOLa “batalla de Madrid” reproducida estos días en forma de pelea protocolaria ha devuelto al primer plano un tema que forma parte no solo de la vida de las instituciones, sino que también está presente en la de las empresas. La controversia con el asunto del no frac del presidente colombiano en la cena de estado durante su visita oficial a España es otra muestra de cómo las formas nos hablan mucho del fondo de las cosas y tienen su importancia.

Hoy ya forma una disciplina propia, pero no hace tanto tiempo el protocolo era una parte significativa de las responsabilidades de los directores de comunicación de empresas de cierto fuste. Las razones de este auge fueron variadas: el crecimiento de negocio, la multiplicación de la actividad institucional y su relación directa con las decisiones empresariales, el aumento de la vida pública de los directivos y, especialmente, la apertura hacia los mercados internacionales.

En mi primera visita a Japón al frente de una misión comercial de un sector industrial puntero recuerdo que la embajada de España allí nos dio una sesión monográfica sobre el protocolo empresarial japones que fue de extraordinaria utilidad para los que comenzábamos en esto. En muchas culturas las formas son muy importantes y marcan en ocasiones la frontera entre el éxito y el fracaso. Y en este caso ayudaron de verdad.

Hay al menos 5 claves para saber si nuestra conducta se adecúa a lo que nuestros interlocutores esperan de nosotros:

  1. Conocer y aceptar las reglas, aunque no las compartamos.
  2. Diferenciar lo importante de lo accesorio; una cosa son las normas y otra las costumbres.
  3. Ver qué hacen los demás; si somos un verso suelto no lo estamos haciendo bien.
  4. Ponerse en el lugar de otro.
  5. Ser respetuoso siempre y dignificar nuestro nombre, nuestro cargo y nuestra empresa.

También es importante saber cómo actuar hacia adentro de las organizaciones. Un buen protocolo interno optimiza la atmósfera laboral, fomenta el respeto entre los colaboradores y mejora la comunicación interna de una organización. Podríamos decir que el protocolo es parte de la cultura corporativa y define los valores de una compañía.

El protocolo es la tarjeta de visita con la que nos presentamos ante los demás o la forma en que nos damos a conocer cuando nos visitan. Como en la vida, esa primera impresión que causamos nos identifica y nos clasifica a ojos de los otros.

Cuentan algunos cronistas veteranos que Mario Conde tuvo éxito en la compra del Banco Central por la cortesía con la que trataba siempre a Alfonso Escámez -un presidente hecho a sí mismo- y por el cariño y la sensibilidad que le demostró en el fallecimiento de su esposa. Quizás también un asunto de respeto… y de protocolo.

Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés