Por Antonio Cornadó

Esta semana se han conocido los resultados del estudio sobre las empresas y los directivos más reputados de España que cada año realiza y difunde MERCO, el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa; un estudio reputacional de referencia en España e Iberoamérica basado en una metodología que incluye seis evaluaciones, 24 fuentes de información y más de 44.500 encuestas.

Este año hay una novedad importante: la empresa más reputada coincide con el directivo más reputado: Mercadona y Juan Roig son quienes lideran el ranking MERCO 2022. ¿Casualidad? No parece. Tanto la cadena como su dueño llevan más de 10 años en los primeros puestos de este ranking de reputación. Visto así, podríamos decir que existe una continuidad en cómo son percibidos la marca y la persona que la encarna, y que todo parece responder a un planteamiento empresarial sólido y bien cimentado. Creo que ser reputado o lograr reputación en una actividad empresarial es el objetivo -más allá del rendimiento económico- que tiene todo proyecto empresarial.

Cuando decimos que una marca es reputada hacemos referencia a como ésta es positivamente percibida por el conjunto de públicos (no solo los consumidores) que se relacionan con ella. Hacer que una marca refleje los valores y principios de su dueño y lograr que ese planteamiento perviva está tras el éxito de Mercadona. Hay algunos ejemplos similares, como IKEA, una firma que refleja de una forma testaruda y solvente los valores de su fundador, Ingvar Kamprad. Más allá de las polémicas que en ocasiones aparecen en los medios, lo que une a Kamprad y Roig en sus respectivos proyectos empresariales son tres cosas: coherencia, independencia y liderazgo.

En mi opinión también podemos encontrar rasgos comunes en el enfoque que han dado a sus proyectos empresariales: la sostenibilidad, la diferenciación, la proximidad y las personas les identifican. Cada uno de ellos y los cuatro en conjunto son una fuente de prestigio y reputación.

Hay cuatro pasos para lograr ser una empresa reputada: el conocimiento, la diferenciación, la aprobación y finalmente la recomendación. Esta es la meta. Una marca no puede controlar su reputación, pero sí tiene la capacidad de gestionarla: la coherencia en todo lo que hace y la consistencia de todos los que participan son principios valiosos para seguir siendo un referente. Palabra de Merco.

Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés