Por Antonio Cornadó
En el mundo de la comunicación corporativa la pandemia también ha cambiado algunas cosas importantes. Los hechos van por delante de las tendencias y en estos meses hay tres actividades que están siendo “ganadoras” en el proceso de gestión de la pandemia y sus consecuencias.
Ya escribí sobre la comunicación interna y el “redescubrimiento” que ha supuesto para algunos directivos comprobar que puedan “liderar” sus empresas y lograr el compromiso de los empleados a distancia.
Los Asuntos Públicos y la Comunicación de Crisis son las otras dos especialidades de la comunicación corporativa que visualizan, ahora, las necesidades reales de las empresas. Ambas tienen en común que son más valiosas cuanto más preventiva es su implementación. Veamos.
Asistimos a un rosario de cierres y restructuraciones. Despidos y regulaciones. Ceses de actividad y liquidaciones. Son los efectos económicos de la crisis sanitaria. Una situación dolorosa que puede poner en cuestión no solo la viabilidad de muchas empresas sino también su credibilidad y su reputación. En este contexto, las herramientas con las que cuenta una empresa son limitadas y sus efectos también.
No obstante, una política de comunicación bien desarrollada en los tiempos de bonanza, con relaciones fluidas y transparentes, apertura y rendimiento de cuentas; apoyo a la actividad institucional, compromiso con la sociedad donde la compañía opera y relaciones honestas con los interlocutores sociales, son el mejor abono para los momentos en que las decisiones necesitan comprensión, cauces abiertos y diálogo para hallar soluciones conjuntas.
Las crisis, como los partidos, se ganan cuando se preparan, cuando no dejamos a la improvisación o a la suerte el destino de una empresa y de las personas que han puesto su confianza en nuestra actividad. Gestionar una crisis es buscar la manera de formar parte de la solución y no ser señalados como causantes del problema. Y ahí la estrategia de comunicación es clave. La comunicación no cura ni salva, no crea empleo ni da rentabilidad, pero si permite generar, construir y mantener un vínculo de confianza: el valor refugio de las empresas en tiempos de tormenta.
—
Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés en abril de 2021.