Por Antonio Cornadó

Nuestros actos nos señalan y marcan nuestro recuerdo en los demás, dice Plutarco. Carlos Gohsn lo sabe muy bien. Ahora se cumplen dos años de su detención y su posterior huida de Japón en plena batalla con la cúpula de Nissan.

Brasileño, hijo de inmigrantes libaneses, alcanzó el mayor poder en la industria del automóvil mundial escalando puestos desde la francesa Michelin hasta lograr ser nombrado presidente y CEO de Renault y Nissan. Todo el mundo empresarial alabó durante casi dos décadas la audacia, el tesón y la forma implacablemente necesaria con la que Ghosn dirigió las compañías. Hoy está refugiado en el Líbano donde espera poder defender algún día su causa. Su legado empresarial está casi olvidado y lo que perdura es la cobardía con la que afrontó sus caprichos y su innecesaria avaricia personal.

Una parte significativa de la gestión empresarial tiene que ver con el legado, es decir, la herencia que las empresas van trasmitiendo a través de sus decisiones. El legado de los grandes empresarios, como el de los grandes políticos, no está en sus decisiones tácticas y cortoplacistas, en su egoísmo lleno de avaricia, en su narcisismo ególatra, en su obsesión con el poder y la alabanza. El legado esta justamente en lo contrario. Un empresario, como un político, no debería ser un cazador al acecho de piezas que cobrar, sino más bien un agricultor que cuida, espera y, en su momento, recolecta el fruto de su trabajo. Eso se llama reputación. Los periodistas lo detectan y la opinión pública lo premia.

En este juego de espejos que son las realidades y las percepciones los medios de comunicación juegan un papel importante porque son el vínculo que conecta a las empresas y sus dirigentes con los ciudadanos. En estos últimos meses la pandemia ha puesto en evidencia lo que ya sabíamos pero que en ocasiones se olvida: necesitamos de un periodismo (y unos periodistas) riguroso y de calidad que nos ayude a distinguir lo real de lo manipulado, lo cierto de lo dudoso, lo espectacular de lo verdadero, la ocurrencia de la reflexión. Como lectores lo necesitamos y como ciudadanos lo exigimos.

Dentro del marasmo de noticias que recibimos a diario tener la brújula del buen periodismo es, para los ciudadanos, un camino seguro y para las empresas un valor que debe reforzar el compromiso con la verdad de sus acciones. El legado de todos está en juego.

Artículo publicado originariamente en El Diario Montañés en noviembre de 2020.