Estamos en tiempo de consultas. Y lo importante en estos asuntos siempre son las preguntas. Existe una buena tradición política de preguntas nebulosas, farragosas o tortuosas que intentan envolver -o camuflar- la cuestión principal sobre la que se consulta.
El mundo de la empresa no es ajeno a esta práctica. Son memorables las florituras verbales de algunos directivos y de algunos informes empresariales para tratar de explicar lo que no se quiere reconocer. Estas cabriolas léxicas y gramáticas me recuerdan un acertijo que ya es un clásico entre consultores de comunicación. “¿Cómo esconderías un elefante en una plaza vacía? Pues llenándola de elefantes”.
Hay ocasiones que, en la política, en la empresa, en las relaciones personales y en la vida tenemos que esconder un elefante, es decir, contar o explicar algo que no nos gusta o que queremos que pase desapercibido. En mi lista personal hay cinco síntomas para identificar cuándo debemos desconfiar de lo que nos cuentan. Ahí van.
- La inflamación informativa: mucha información en positivo para crear una falsa apariencia de buena imagen.
- La saturación narrativa: mucho relato y muchas historias para camuflar la que no queremos que sea notoria.
- La tortura léxica: un lenguaje rebuscado o deliberadamente técnico para hacer menos comprensible, aunque aparentemente más creíble, el mensaje.
- La deformación semántica: juegos de expresión o términos equívocos que, a posteriori, puedan ser interpretados a voluntad del emisor.
- La manipulación literaria: dar la vuelta a un argumento para que, por ejemplo, parezca voluntario lo que es una obligación impuesta.
Siendo graves, en mi opinión hay otras formas más perniciosas de “esconder elefantes”: Se trata de las actitudes y prácticas de algunas empresas, instituciones y gabinetes de comunicación que van en la dirección contraria de lo que los ciudadanos exigimos.
Es lo que algunos llaman con maldad “juegos informativos” y que tienen que ver con la discriminación y los vetos a determinados periodistas o medios; el embargo y los filtros para que sea más difícil acceder y difundir la información real; las exclusivas cruzadas o dobles que intentan confundir al ciudadano con informaciones contradictorias entre sí; o el goteo y el aluvión informativo, que por defecto o exceso pretenden esconder una información relevante. Pura perversión de la profesión.
En tiempo de consultas y en tiempo de explicaciones la obligación de una empresa o institución es ofrecer la mejor información, la mas completa, sin tener que esconder elefantes.